Acné rosácea

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Dra. Noelia Martínez

El acné rosácea se considera una patología cutánea crónica de carácter inflamatorio. Puede llegar a afectar hasta al 10% de la población, con predominio en individuos de piel clara (fototipos bajos) y en mujeres.

Actualmente se desconoce el verdadero origen de la rosácea aunque sí se han identificado factores que predisponen o desencadenan sus brotes. Entre múltiples factores descritos, los más comunes son el demodex folliculorum, alteraciones vasculares con tendencia a la vasodilatación (aumento del calibre de los vasos sanguíneos), cambios bruscos en la temperatura ambiental, consumo de alcohol y alimentos picantes, realización de ejercicio físico o situaciones de estrés.

La rosácea se manifiesta como enrojecimiento facial temporal, muchas veces acompañado de “granitos” (pápulas y pústulas), venitas superficiales (telangiectasias) y sensación de tensión o escozor en la piel. Generalmente aparece en zonas de mejillas, nariz y mentón, aunque también puede afectar la zona de frente, orejas y cuello.

Existen diferentes tipos de acné rosácea en función de sus manifestaciones clínicas y la localización de las mismas:

  • Rosácea eritemato-telangectásica: predominan básicamente los signos vasculares como el eritema (enrojecimiento), las telangiectasias y el flushing (enrojecimiento brusco facial que se acompaña de sensación de calor).
  • Rosácea pápulo-pustulosa: se manifiesta con la aparición de granitos a nivel de mejillas y nariz
  • Rosácea fimatosa: es más frecuente a nivel nasal -aunque también podría aparecer en zona de mentón, frente o párpados- y se caracteriza por engrosamiento cutáneo de la piel, con aspecto típico irregular “en piel de naranja”.
  • Rosácea ocular: puede afectar zona de párpados con irritación a nivel de pestañas (blefaritis), enrojecimiento de conjuntiva ocular, etc.

Respecto al tratamiento, como bien se ha comentado al inicio del post, la rosácea es una patología crónica por lo que la curación no se puede ofrecer al paciente. El objetivo del tratamiento de la rosácea será controlar al máximo la aparición de sus brotes, disminuir la intensidad de éstos cuando aparezcan y mejorar el aspecto de la piel.

La rosácea puede tratarse de forma tópica con cremas antibióticas como el metronidazol, la ivermectina o la clindamicina. También puede usarse el ácido azelaico para mejorar la rojez.

En casos de rosácea más inflamatoria, el tratamiento sistémico con antibióticos orales (tetraciclinas, azitromicina, metronidazol) también es eficaz, y, en caso de escasa respuesta, puede considerarse el uso de isotretinoína a dosis bajas y en largos periodos de tiempo.

En caso de que haya un predominio inflamatorio con mucho enrojecimiento, la rosácea puede beneficiarse en gran medida con el uso de láseres, con el objetivo de disminuir la rojez y las telangiectasias, lo que disminuiría el riesgo de nuevos brotes y mejoraría el componente psicosocial que la rosácea puede causar en el paciente.

Los dispositivos lumínicos más efectivos para el tratamiento de la rosácea son los láseres con apetencia por la hemoglobina como el láser LBO o KTP (532nm), el láser PDL (595nm), el láser Nd:YAG (1064nm) o la luz pulsada intensa.

Si tu acné rosácea es un motivo de preocupación o frustración en tu día a día, considera dejarte asesorar en una consulta conmigo.

Bibliografía:
MJ Gil Díaz, JP Boixeda, M Truchuelo, P Morais-Cardoso. Rosácea: revisión y nuevas alternativas terapéuticas. Semergen. 2011;37(2):83—86 
Brittney Culp BA, Noah Scheinfeld MD. Rosacea: a review. P&T. 2009;34:38—45
Galekas KJ. Update on Lasers and Light Devices for the treatment of vascular lesions. Semin Cutan Med Surg.2008;27:276—84

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